jueves, marzo 29, 2007

Knoc knoc

Una pantalla de plasma publica a mi espalda los resultados de un campeonato escolar de hípica, un señor fedella en su PDA bajo una serigrafía de Matisse y dos mujeres y tres hombres trajeados y maletineados discuten sobre el Transantiago. Podría ser una embajada, el hall de un hotel de postín o un club de campo, pero era la sala de espera de un médico especialista. Y los trajeados eran visitadores, lo que deja a cola en dos: el señor de la PDA y yo.

Esto es Chile.



Chile posee un sistema mixto (público y privado) de salud. Todo trabajador por cuenta ajena debe cotizar el 7% de su renta imponible a la sanidad, pero puede escoger entre cotizarlo al sistema público (Fonasa) o al privado (Isapre). El sector estatal se consolidó a partir de 1952 con la creación del Servicio Nacional de Salud, que llegó a administrar 33.000 camas (90%) del total del país y que actualmente da cobertura al 82% de la población. Las instituciones de Salud Previsional (Isapre) nacieron en 1981, a través del D.F.L. Nº 3 del Ministerio de Salud, que (y cito) "permitió la administración privada de la cotización obligatoria de salud de los trabajadores, al mismo tiempo que se reconoció la libertad y capacidad de las personas para optar al sistema de salud de su preferencia".
Osea, que en teoría cualquier trabajador chileno puede elegir entre una clínica repleta de gente y la sala de espera decorada por Los terciopelos de Matisse...
Ya.
Obviamente, las Isapres no dan el mismo servicio a todos sus beneficiarios, sin importar a cuanto asciende el 7% de su sueldo, sino que ofrecen "múltiples planes que son seleccionados por cada cotizante dependiendo de su nivel de ingreso y sus necesidades". Los precios son, además, proporcionales al riesgo de cada individuo. Es decir, que la población de menor ingreso opta "libremente" por Fonasa y los de mayor renta, por jugar con su PDA mientras buscan en la pantalla de plasma el rostro de su hija en el último campeonato de hípica del barrio.

By the way, el especialista charló amistosamente conmigo más de 45 minutos sobre mi vida y obra, mis paranoias, las de mi familia, las de la suya, sus 8 viajes a Galicia (resultó ser un entusiasta del idioma, la gastronomía, el paisaje y el paisanaje) y sobre todo aquello, en fin, sobre lo que un médico puede hablar con una paciente, para concluir con un "tu estás sanísima" precedido por una bronca monumental y paternalista sobre mi "temeraria" tendencia a comer mariscos, verduras y comidas típicas en los sitios más "pintorescos".
Evidentemente, también me dio algunas drogas, pero lo de las farmacias chilenas y su día del espectador es otra historia.

6 Comments:

Blogger Capitán Cook(ing) said...

muy muy bueno, pero cuéntanos también esa otra historia del día del espectador de las farmacias. un beso.

3/29/2007 7:04 p. m.  
Blogger Maria y David said...

pero entonces estas sana, no??

3/30/2007 6:36 a. m.  
Blogger Maria y David said...

ahora que lo pienso, lo de matisse en la sala de espera es como aquel miro en el cuarto de baño del sr. roca.Q mundo este?

3/30/2007 6:38 a. m.  
Blogger dertyu said...

Te voy a enviar uñas de embrión de congrio y unguento de cerumen de lagarto namibiano. Los remedios de aquí tb valdrán allí.

4/11/2007 5:39 a. m.  
Blogger Ana G. Méndez said...

sana sana culito de...

4/12/2007 3:07 p. m.  
Blogger emereci said...

como una pera, estoy, como una pera. o como una cabra. depende.

4/13/2007 4:59 p. m.  

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