miércoles, noviembre 14, 2007

Al final de las vías


La foto la hizo Raúl en Uyuni (Bolivia)

Hace poco más de un año, mi yo chileno empezó a despedirse de mi yo lucense con un párrafo de un libro que le (que me) había robado el aliento unos días antes:
...al final de las vías no encontrarán nada. Yo he ido hasta allí, acabo de volver y, créanme, sé de lo que hablo. No encontrarán nada que no sean ustedes mismos, como en cualquier otro lugar. Por lo tanto, es mejor ahorrarse el viaje y quedarse aquí. Y si me permiten que les de un consejo: intenten dirigirse la palabra.
No cambian mucho las cosas, pero quizá les consuele.
Ya entonces me daba cuenta de que esa despedida me estaba costando más de lo habitual. No es que no quisiera irme. Es que también quería quedarme. Evidentemente, ya me conoceis, me arranqué un pellejito de los dedos, guardé mis angustias en la maleta (junto a las fotos de los amigos), tomé aire y me subí al tren.
Y no me he arrepentido ni por un segundo.
Este año ha sido una prueba más de que el mundo está lleno de sitios y, sobre todo, de personas maravillosas. Y, claro, para conocerlas no vale con sentarse a leer o a ver la tele. Para conocerlas hay que hacer la maleta, darle un susto a la cuenta corriente y viajar.
No hay vuelta de hoja.
Pero, por otra parte, los sitios y las personas que nos esperan al principio del camino también son maravillosos y yo ya no quiero retrasar más el momento de disfrutarlos. Chile, con su lejanía, me enseñó a asimilar la fuerza que tiene este deseo en mi. Y con esta idea bien clara afronté mi vuelta a casa. Tomé aire de nuevo, disfruté a los amigos y a la familia tanto como pude, me demostré a mi misma y a los demás que desde este Santiago también se puede viajar y me dispuse a afrontar la próxima etapa. Esta etapa.
En fin.
Como la mayoría de vosotr@s ya sabeis, ayer empecé a trabajar, en este Santiago, en la promoción exterior de la literatura gallega. No sé cuanto durará este viaje, ni hacia donde me lleva este tren, pero espero encontraros al final de las vías.
Yo, desde luego, allí os espero.