Voy a parar en el camino
y en lo que dura un cigarrito
voy a pensar en estos años;
todo lo que ha pasado...

Mientras reuno el valor para despedirme de este blog, os mando una botella más, quizás la última, robada al cuaderno galaico, que tampoco vive sus mejores momentos. Este fin de semana se acabó el Sanfroilán y, con él, la noche infinita en la que me fui encontrando con la mayoría de la gente que había dejado al lado de aquella fuente. Conjugué esta larga noche sanfroilanera con mañanas resacosas de ribeiro, tanquerai con sprite y recuerdos, cortando y subiendo las imágenes del último viaje sureño, con la intención de limpiar mi retina para el primer viaje europeo. Santiago, Barcelona, Roma y Estambul, hay que aprovechar las ventajas de vivir en el hemisferio low cost. Salgo el jueves y vuelvo el 29. Y espero dos cosas de este primer viaje norteño: sumar a la etapa de reencuentros algunas de las joyitas que en su momento me regaló la Academia y resolver algunas cuestiones que me rondan desde hace un tiempo. Ando más desnortada y caótica que nunca y aspiro a que la ciudad dual por excelencia me ayude a entender un poco esta identidad mía.

Es mejor que se pare el tren
y mirar que todo va bien,
que si no, no me entero.