As de espadas

Dicen las cartas que estoy triste y agobiada, que vivo en la calma que precede a la tempestad. Que la tempestad va a ser mucho trabajo. Un trabajo muy bueno, no muy bien remunerado pero sí muy creativo y viajero, muy enriquecedor para mi y en el que voy a pasar toda la vida. No de periodista. Dicen las cartas que el periodismo me produce inseguridad y rabia. Y no cerca de la familia. Dicen las cartas que me espera una vida buena, que me va a gustar vivir, pero que no la voy a poder vivir cerca de la familia. Cerca de esa parte de mi misma. Cerca de un padre fuerte y débil al mismo tiempo. Dicen las cartas que dentro de muy poco tiempo, en medio de la tempestad que seguirá a esta calma, voy a tener que tomar la decisión de separarme de esa parte de mi misma. Y que la voy tomar, dicen las cartas, porque no voy a poder no tomarla. Esto, en concreto, me lo dijo el As de Espadas.
Pero también hay otras cartas.
Hay una que habla de un Don Juan, de un hombre comprometido que no tuve, parece, porque no fui "lo suficientemente puta" y que nunca voy a poder tener de todo, parece, aunque lo voy a intentar, pa-re-ce.
Pero ésa es otra historia.
Y debe ser contada en otro momento.